Viaje por la historia de Cúllar a través de los ojos de quienes han sido testigos del paso del tiempo en estas tierras

jueves, 28 de noviembre de 2013

Mi infancia en Cúllar II.

En invierno los días fríos en Cúllar, camino de la escuela, con lluvia frío y nieve pero todos-as con nuestra lata de la conserva  de las grandes, llena de ascuas para poder combatir el frío que hacia en la escuela, que ya sabemos todos como son los inviernos en Cúllar, nuestro querido pueblo.

Y las mujeres, como se las apañaban para lavar la ropa , en el río porque todavía no tenían el lavadero, se tenían que ir a la choza que había en Rozimir, donde esta hoy el puente de la autovía , allí nacía un buen chorro de agua, y ya tenían colocadas unas losas de piedra para poder enjabonar la ropa, algunas tenían una losa de madera, igual se pasaban el día entero, hasta con merienda, pues además de lavar tenían que tender la ropa para que se secara al sol, una vez seca la recogían la doblaban y para la casa.

Cuando era el tiempo de vacunar a los niños, recuerdo que nos reunían en una plazoleta del barranco y en plena calle con un brazo desnudo nos ponían la vacuna, y días más tarde, cuando se nos caía la cortecilla de la pupa que nos salia, presumíamos quien tenía la marca más grande.

Y en carnaval, en era del tío Amolao, los que se vestían de mascara con la cara tapada ¡cosa  prohibida !, con un almohada en el trasero , pues era costumbre que los zagales y los más grandecillos que fuéramos detrás de las mascaras para darles buenos garrotazos con las varas que cada uno llevaba para tal acción (cosas de críos)  y si aparecían los guardias civiles todo el mundo desaparecía hasta que se iban, cuando se marchaban todo volvía a ser. Lo que era una fiesta del pueblo.                                                                                                                                                                                              

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