Viaje por la historia de Cúllar a través de los ojos de quienes han sido testigos del paso del tiempo en estas tierras

martes, 11 de febrero de 2014

La vida en los núcleos rurales




En la década de los cincuenta la vida en el campo era dura, vivíamos todavía algo de la prosguerra, ya que esta situación se prolongo casi hasta los cincuenta y tantos.

En aquellos años se amasaba en las casas, había horno casi en todas, ésto se hacía cada ocho o diez días, porque se consideraba que en este tiempo se aguantaba el pan en buen estado para consumirlo. 

Se cernía la harina la noche antes, porque del molino donde se molía el trigo salía con el salvado, que es la cascara del trigo, esto lo digo porque supongo que habrá jóvenes que no lo sepan, después se hacia la creciente, esto consistía en poner en agua caliente, pero que no queme, en un barreño mediano, se ponía la creciente, que era un trozo de masa que se había guardado del amasijo anterior, cuando se ha puesto tierno se añade harina y se bate hasta conseguir una masa semi tierna, se tapa con un paño, y se ponía en un sitio caliente, si podía ser cerca del fuego, pero sin fuego, a la mañana siguiente se ponía la harina en la artesa, unos veinte kilos más o menos, según los miembros que componía la familia o la cabida que tenía el horno. Se hacía un hueco en medio se echa el agua caliente y la creciente que se había preparado la noche antes, que había crecido dos partes más de lo que habíamos preparado, se batía bien, se ponía la sal y se envolvía bien hasta que se envuelve todo, se va amasando toda la harina para conseguir la masa que este semi blanda. 

Se tapa con un tendio de lana y se deja reposar, mientras tanto se prepara el horno se pone la leña que sean ramas para que levante llama y se queme pronto, cuando esta el horno de color naranja se extiende la brasa para que se caliente el suelo, mientras tanto se hace el pan en piezas algo grandes para que se mantenga tierno, se ponen en una tabla y se tapa con un tendido de lana, cuando empieza a fermentar, se barre el horno bien para que no quede ceniza en el suelo, toda la brasa se recoge a un lado, cuando esta limpio se echa el pan con una pala de madera, cuando todo esto se ha hecho se tapa bien el horno, se deja media hora más o menos, se destapa para ver como está, si está rubio, se puede sacar, al sacarlo se le da con una brocha húmeda por la corteza para que se mantenga limpio y tierno, se deja enfriar y después se coloca en la artesa. Se tapa con un tendio para que aguante lo más tierno posible, así es como yo lo he conocido.

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